Mi palabra,
a menudo me pregunto,
¿dónde está?
Partió tal vez con otras,
otras que gritan fuerte;
otras que atacan ríos y vertientes,
oteros y montañas.
Mi palabra, no obstante,
no es saeta de plomo para matar al viento.
Para ella no sirve ese metal:
escultor de la muerte tallada a la ofensiva,
enemigo del cuerpo atrincherado.
La palabra genuina,
¿dónde está?
Santabárbara con la mecha a punto
aguarda en la cercana lejanía;
prende tan cerca que desde mí busca
sentencias entre líneas:
los balbuceos de mi mano ingenua,
un arsenal de tinta en carne viva.
Mi palabra
canta por las llanuras y cañadas,
cincela huellas indelebles y hondas;
sueña bordando ecos
lejos, lejos, tan lejos...
Antonio Macías Luna
V. Alemana (Chile), 13 setiembre 2009