lunes, 16 de enero de 2012

MI AMIGO EL NÚMERO TRES

Humeantes chimeneas me van dando de lado.
Se marchan al destierro tres casonas;
Ya se embriaga la noche en lobreguez.
Se vino abajo el resplandor del aire;
se vino abajo el fogarín de sol.

Ya alumbran tres estrellas
mi castillo nocturno sin princesa.
Bosques deshabitados buscan duendes
como yo desahuciados;
como yo sin un ángel de las hadas.

Observo en un jardín tres bancos viejos:
uno sin palos, dos pintando barro.
El más débil se junta a una palmera;
cuelgan tres patas rotas de un cadalso.

“Arbolea” un sabueso.
El can iza una pata,
las otras tres se fijan al terreno.
Saborea fumarolas de autos locos.

Me desespero ante un súbito chubasco;
en el rostro se me hincan alfileres.
Se hace fuerte la lluvia en tres corazas:
un suelo de jardín,
un pelo de canela,
un jersey de franela.

Antonio Macías Luna
En viaje Santiago - Lautaro (Chile)