Lanza a los cuatro puntos cardinales
un lenguaje veraz mi alma rebelde,
y en el negror algo se posa argénteo
en una dura frente.
Rozan la amplia fachada de la iglesia,
cargados de hojas verdes,
unos plátanos altos y copudos
que, en dóciles paredes,
utilizan el disco de la luna,
se deshilvanan en canción silvestre.
Con sabia maestría,
la luminosa orfebre
cincela con primor
sutil en San Francisco Javier, breves
manantiales de luz sobre las torres,
sin siquiera esconderse,
la letra que improvisa el son del aire
en esta noche de calor y duendes,
en que a los sentimientos les da igual
todo, y nada les duele
ante el clamor de todos
los grillos estridentes
que como yo, poetas, le recitan
su letanía con vibrante deje.
Antonio Macías Luna
Cáceres (España)