lunes, 16 de enero de 2012

VIAJERO INFATIGABLE

Estoy feliz, rodeado de maletas, 
para algunos, abrumado por inutilidades.
Voy viajando en tercera
de una estación a otra;
de un pueblo que se duerme a otro que se despierta.
Voy forjando mi carácter de viajero andante
a lomo de maletas,
sobre sucios andenes con sarampión de grasa,
sobre neumáticos caldeados por un hogar de asfalto
con la tartamudez de unas frenadas.
Estoy forrado por el cuero de los equipajes,
sarcófagos con aroma de ropa sin cuerpo.

Mapas, anuncios, horarios, destinos;
sigiloso lenguaje que contrasta con el chirrido de los altavoces.
Maletas, equipajes, compañeros inseparables
son mis manos, mi cuerpo y mis pies;
pesadas moles que se dejan arrastrar detrás de mi.

Me gusta ver la luz débil de una ampolleta*
lamiendo mis zapatos.
Me gusta oír las voces demacradas
clamando mis destinos.
Me gusta ver la luz del nuevo día
cuando bostezan los terneros,
cuando la lana de la oveja se recubre de escarcha.

Voy siguiendo unas sendas,
rastros que dejan otros equipajes
sobre los suelos de concreto.
Odio pararme en un lugar fijo,
esperar que una voz, la de algún guía,
me señale el camino,
un sendero que es mío, que conozco,
que nadie lo dibuja para mí.


Deseo seguir siendo el nómada incansable
con mi vestuario en una mano,
con mi pasaje nuevo en la otra,
rodeado de esperanzas.


Rodeado de deseos,
me traslado en la niebla de un mundo a otro
mientras la noche viaja
dejando a mi cuidado su aliento de misterios,
su eternidad de oscuridades,
su maleta de negro.




* Dícese en Chile de lámpara o bombilla eléctrica


Antonio Macías Luna
Lautaro (Chile)